PEDRO MARTIN RUIZ.
Sociólogo del IRYDA
CARMELO CAMPANARIO CUMBRERAS
Fundador de la Cooperativa Las Marismas.
En estos años se cumple medio siglo de un importante hecho que pasó desapercibido en los medios de comunicación. Avanzada la década de 1970, el Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA) repartió en el Sector B-12 del Bajo Guadalquivir 1.280 parcelas de regadío de unas 10-14 hectáreas; en total unas 15.000 ha., con la correspondiente concesión de agua por parte de la Confederación Hidrográfica para los jornaleros de los municipios de Lebrija, con un 50% de las parcelas, y el resto en su mayor parte de Las Cabezas de San Juan, Los Palacios y Utrera de la provincia de Sevilla.
Antes, durante unos veinte años por el Instituto Nacional de Colonización (INC), luego IRYDA, se habían realizado numerosas obras de desalación de las tierras, drenajes, caminos, canales, casas de bomba, así como la construcción de “diez poblados de colonización” para viviendas de los parcelistas. Así mismo, acordamos un baremo de reparto para seleccionar a los colonos, totalmente innovador, para lo cual se formó una Comisión presidida por el que suscribe y dos ingenieros técnicos por parte del IRYDA, uno por Extensión Agraria, luego OCA, un representante de ASAJA, UAGA, SOC, CCOO y otro de la UGT.
La década del 70 al 80 del pasado siglo se caracterizó en toda esta zona por ser de gran agitación social y muy politizada por el Sindicato de Obreros del Campo (SOC) y por el Partido de los Trabajadores (PT), que aglutinaban a miles de jornaleros, los cuales con frecuencia se manifestaban a los gritos de “Tierra y Libertad” o “La Tierra de Lebrija para los Lebrijanos”. A veces, de forma violenta con la ocupación de tierras en 1973 y 74, más tarde con la agresión a una autoridad municipal y luego con una gran manifestación en la que intervino la Guardia Civil y que motivó la suspensión temporal del proceso de selección en 1978.
Los primeros años ya como colonos fueron difíciles. Apenas disponían de medios y preparación. Es evidente que es muy distinto ser trabajador agrícola temporero, a ser pequeño empresario. Tenían que comprar las semillas, los abonos y la maquinaria y los proveedores no se fiaban e, incluso, desconfiaban de la fertilidad de unos terrenos antes salinos. Gracias a la buena dirección y al personal técnico de la Cooperativa Las Marismas de Lebrija recibieron una subvención de 500.000 pesetas del Fondo Nacional de Protección al Trabajo, así como los conocimientos básicos para seguir adelante, con la colaboración, también, de los servicios de Extensión Agraria de la comarca.
Por otra parte, los padres tenían que trabajar las tierras y dejaban a sus hijos solos en las viviendas, por lo que a toda prisa tuvimos que proceder a la constitución de una especie de Patronato Escolar y nombrar a unos 20 maestros interinos, en varias fases. Dos o tres años más tarde, después de ciertas dificultades y negociaciones, las competencias en su totalidad fueron asumidas por la Delegación de Educación de Sevilla y por los respectivos municipios que, también, se encargaron del resto de los servicios públicos de los poblados.
La desalación y preparación de los terrenos fueron un éxito y pasaron de ser salinos a fértiles y aptos para una serie de cultivos. Al principio el algodón era casi un monocultivo, junto con el trigo, y luego el maíz y más tarde la remolacha y el girasol. El cambio importante se produjo con la introducción del tomate en los años 90 y en los últimos 15 años con las hortalizas. En la actualidad, la distribución de los cultivos de las 15.000 hectáreas del Sector B-12 es la siguiente, según la OCA de Lebrija: 7.300 hectáreas de algodón, 1.400 de tomates, 600 de girasol, unas 500 de remolacha, maíz, pimientos, trigo y garbanzos y unas 300 de olivar intensivo y cebolla. Algo menos de quinoa, habas, guisantes, almendros, invernaderos, etc.
Sin duda alguna la situación social y económica ha mejorado mucho. Por supuesto ha desaparecido la figura del jornalero y, aunque hay unos 1.800 parados, falta mano de obra, habiéndose recurrido a inmigrantes en especial sudamericanos. Se ha alcanzado la renta media de Andalucía y todo ello ha tenido un claro reflejo en la evolución positiva del censo de habitantes, que pasó en Lebrija de 22.212 en 1970 a 30.636 en 1992. En 1993 se segregó el núcleo de El Cuervo que tiene 8.716 habitantes, por lo que Lebrija podría tener hoy 36.500, en lugar de 27.745 habitantes. Algo parecido sucede con Los Palacios, que ha duplicado su población, y en menor medida Las Cabezas de San Juan.
Creemos que la localidad de Lebrija y toda la comarca tiene aún muchas posibilidades de un mayor desarrollo, siempre que se realicen, en nuestra opinión, las siguientes mejoras:
1º Es necesario la construcción de una desaladora en el rio Guadalquivir con aguas permanentes por las continuas mareas que garantice en cualquier circunstancia el regadío de las 30.000 hectáreas de toda la zona regable del Bajo Guadalquivir.
2º Construcción de un carril complementario o, incluso, una autovía en la carretera A-471 que comunica Las Cabezas de San Juan con Sanlúcar de Barrameda.
3º Incentivar la instalación de industrias para transformar y comercializar todos los productos y derivados cara al consumidor final, con más valor añadido que en la actualidad. En especial, el algodón, tomate y productos hortícolas.
4º Impulso del sector de los servicios avanzados, entre ellos el turismo de calidad en Lebrija como segunda línea de playa por su proximidad, así como a una gran ciudad con aeropuerto. También se podría estudiar la viabilidad de la construcción de una dársena o embarcadero para un buen acceso al Parque Nacional Doñana y a los puertos de Sanlúcar y de Sevilla.
5º Incremento de la formación profesional y empresarial para gestionar una agricultura inteligente y ecológica, así como de grandes explotaciones, mediante la fusión de las cooperativas existentes en toda la zona regable y, de este modo, formar una Entidad Asociativa Prioritaria (EPA) que pueda hacer frente a los problemas crecientes de la competitividad y el relevo generacional.





